La gran ciudad
de Madrid se ve enriquecida gracias a esas pequeñas gotas de esencia que aporta
cada pequeño detalle de esos que, a veces, pasamos inadvertidos.
Para quien
conozca Madrid, le resultará conocido el nombre de Marqués de Vadillo, por su
plaza o por la parada de metro, pero quizá desconozca que este señor, fallecido
en 1729, se encuentra enterrado en la ermita de la Virgen del Puerto, esa
pequeña ermita situada junto al río Manzanares, al lado del puente de Segovia.
El Marqués de
Vadillo fue corregidor de Madrid, pero antes lo fue de la ciudad de Plasencia, que es donde adquirió
la gran devoción a la Virgen del Puerto, la misma que le motivara para construir
esta ermita y correr con sus gastos.
En torno a esta
ermita se originaron dos fiestas, una que hoy se celebra en el parque de la
Arganzuela que es la procesión y verbena de la Melonera, la
otra, la fiesta de la Santísima Virgen del Puerto, organizada y patrocinada por
su cofradía el domingo de Quasimodo o segundo domingo de Pascua.